“Somos como los magnetos-lo semejante atrae a lo semejante.” O como diría un dicho en rumano “Cine se aseamanã, se adunã.”
Esta es la continuación de una de mis antiguas entradas : Nuevo, hermoso e inexplicable. ; ahora, no tan nuevo, pero igual de hermoso e inexplicable.
Se dice que no hay casualidades, que todo lo que sucede tiene un porqué. Desde que me di cuenta que te amaba, mi mundo empezó a girar alrededor tuyo buscando puertas para entrar y ocasiones para acercarme a ti. Tenía una meta, una gran meta que perseguía con perseverancia, aquella de encontrarte. El día menos esperado, me abriste las puertas hacia tu mundo. No sabías quien y cómo era y tampoco sabía quien y cómo eras tú.
Ambos tomamos el riesgo de desprendernos de nuestro mundo por instantes para investigar el mundo nuevo que teníamos en frente. Y es lo mejor que me pudo suceder en toda mi vida. Con dudas y todo, te tengo delante, te tengo detrás de una pantalla, pero te tengo delante.
Entrando poco a poco en lo que me permitías conocer, me dí cuenta que tu alma es igual de noble que la mía, que al igual que yo, tampoco puedes vivir en la soledad, Vinimos de mundos tan distintos, pero apuntamos hacia la misma dirección. Conocerte no fue casualidad.
Desconozco el cómo de Dios con nosotros, pero el (por) qué está siempre presente dentro de mí.
